Él llamó al juego "baccara", lo cual se traduce como "cero", ya que los valores de las cartas en bacará eran: todos los dieces y las cartas de figuras valían cero (el término francés "baccarat" se adoptaría más adelante).
Esta versión original del bacará no es la misma a la que se juega a día de hoy.
Desde Italia, el baccarat viajó hasta Francia, donde fue conocido como Chemin de Fer, o "Chemmy".
Al rey Carlos VIII y a sus nobles les encantaba el juego, y Chemin de Fer continuó siendo un éxito entre la aristocracia francesa durante siglos.
Según pasaba el tiempo, el juego afloró en Sudamérica y en el Caribe, donde bajo el nombre de Punto Banco, se adaptó a la cultura local.
Los principales cambios incluían a que los jugadores jugaban únicamente contra la casa, y el papel de la banca que se reservaba exclusivamente al casino.
A finales de la década de 1950, Tommy Renzoni mandó el juego al casino Sands en Las Vegas, y el resto, tal y como si dice, es historia.
Es posible que el baccarat no se haya hecho tan popular entre el público como otros juegos como la ruleta o el blackjack, pero aún disfruta de un cierto aire de exclusividad y prestigio.
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